(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Esta sección quiere ser una invitación a que conozcas y llegues a sentir el Santuario de la Madre y Reina del Pueblo como tu hogar, que te familiarices con cada cosa que hay en él. Así podrás sentirte trasladado en espíritu y oración a ese lugar santo.
Llevarás tus súplicas, peticiones, agradecimientos y ofrecerás tu entrega diaria en las manos de María, la Madre de Dios. También podrás reflexionar las palabras del padre Kentenich, que pronunció en la visita que hiciera en el año 1952 a nuestro Santuario, extraídas del libro "María Madre del Pueblo", traducidas por las Hermanas de María.
"La Madre de Dios nos regala sus manos. Esas manos están siempre repletas de Gracias. Así son las manos de la Madre de Dios, de la Omnipotencia suplicante. Le decimos, hoy te regalo mis manos. Y Ella nos responde: y tú recibe las mías."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Después de recorrer 9 km de tierra,
piedra y cruzar el arroyo Napostá chico, una rústica tranquera
con un cartel nos anuncia: "Santuario", ¡hemos llegado!
Nuestro corazón salta emocionado, alegre, lleno de amor, sentimos
que es la Mater quien nos dice: ¡hijo mío, ven a mi Santuario,
el que yo elegí para establecerme y estar más cerca tuyo!
Qué santo es todo ese lugar, rodeado de la paz que da la naturaleza en el campo.
El Padre Fundador llegó por segunda vez en 1952 con mucha alegría, él también recorrió ese camino y atravesó la tranquera para llegar al Santuario.
El pueblo le preparó un solemne recibimiento al que el Padre emocionado agradeció y dijo:
"si veo a los niños con las flores y a los hombres con los caballos engalanados, si pienso en los estandartes y observo a todos los que están aquí, entonces creo que después de 50 años nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos hablarán de este recibimiento. Me han recordado que hace 3 años prometí volver. Las promesas obligan. Pero no es solamente una promesa la que me ha guiado hasta aquí, sino también una profunda necesidad interior."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Cuando nos acercamos al Santuario vemos la sencillez de sus paredes blancas de adobe, su techo de chapa y la puerta de madera envejecida, resguardadas de las inclemencias del tiempo por un alero de chapa y madera. Como toda puerta tiene dos tareas: abrir y cerrar el Santuario. Al abrirla entramos en la intimidad con el Señor y con María, Ella nos invita a contarle nuestras penas y alegrías.
"Ella ha conquistado personas, las ha educado, formado y plasmado de tal modo que se hallen en condiciones y sean capaces de resistir las dificultades de la vida actual, haciéndolas felices a ellas y a toda su familia ¿no es éste un gran acontecimiento?"
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Al cerrar la puerta salimos hacia el mundo proclamando las Grandezas de Nuestra Reina y Madre Tres Veces Admirable.
"Por eso podemos volver a decir Ella me ama, Ella piensa en mí, Ella ha grabado indeleblemente mi nombre en su corazón, y todo en Ella la apremia a velar desde este lugar y con celo creciente, no solamente por mi bienestar religioso y moral, sino también por el bienestar económico, y a tomar mi destino en sus manos para que desde este Santuario todos vean sus glorias y la gloria del Dios Trino."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Este Santuario fue también escuela rural, por eso, sus bancos son antiguos y sencillos pupitres, mudos testigos de su historia. En esos bancos, nuestro cuerpo toma una posición orante, de súplica y entrega. Nuestra mente se libera en un diálogo amoroso, filial, con la Madre del Cielo, quien escucha con atención a todos sus hijos de la tierra y los une a Cristo.
"Ella tiene que sentir realmente nuestras necesidades, tenemos poder sobre su corazón. Solamente tenemos que recordarle cuán humanamente ha sentido ella las necesidades y rezar para que nos comprenda y para que presente, allá arriba, nuestras preocupaciones."
"Deberíamos aprender a hablar de una forma totalmente original con Dios y con la Madre de Dios, tal como nos sale del pico, así como acostumbramos a hablar con las personas. Tendríamos que aprender a tratar de una forma más personal y viva con Dios."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Las ventanas son fijas con marcos de hierro, que las dividen 4 vidrios labrados, arriba el ventiluz que deja pasar el aire fresco del campo, abajo sobre el zócalo se apoyan macetitas con plantas que la adornan.
Por esas ventanas traspasa la luz del sol tan cálida y necesaria, esa luz es suficiente para llenar de claridad el Santuario, al igual que Cristo, que es luz, ilumina nuestra vida y transfigura nuestra alma.
"Contemplamos por segunda vez la vida del Salvador y veamos cuál es la segunda cualidad de su cuerpo transfigurado, con él podía atravesar puertas y ventanas cerradas. Él podía traspasar las paredes. Nosotros no podemos hacer esto. El Salvador podía estar, de repente aquí o allá. Podía atravesar las paredes. La doctrina cristiana dice: las cualidades del cuerpo transfigurado del Salvador deben ser las cualidades de mi alma transfigurada, ya aquí en la tierra. Yo también debo estar, con mi alma, junto a Dios. Esto no es únicamente válido para los religiosos y los sacerdotes, esto es también válido para mí. ¿Qué es lo que debemos traspasar? Con la luz de la fe, debemos traspasar el poderoso y ancho muro de lo terreno y ver al buen Padre Dios detrás de todo. Tenemos que transformarnos en hijos de la Providencia."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Nuestro Santuario en su interior es tan sencillo como en el exterior, un antiguo altar escalonado donde altos candelabros custodian el sagrario, claro que ahora está vacío, sólo hay un crucifijo sobre él. Arriba en la pared los cuadros de la Mater, a su izquierda la imagen del Sagrado Corazón, a su derecha San José y el Niño, y a ambos lados de ésta, los cuadros de San Pedro y San Pablo, santos que son los pilares de nuestra Iglesia.
En el rincón de la izquierda hay una repisa con la imagen de María Inmaculado Corazón, y sobre la pared lateral un crucifijo de madera; también está la imagen de San Miguel Arcángel, tallada en madera, un cuadrito del Santo Padre Pío XII, quien bendijo la capilla y al pueblo de Paso Mayor, a la derecha hay un retrato del Padre Kentenich y del Padre Maibach.
Está el Via Crucis y sobre la puerta un diploma del Papa Pío XI, quien bendijo el Via Crucis.
Una mesita, plantas y flores lo terminan de adornar. Qué simpleza, todo limpio, cuidado durante tanto tiempo por la Mater que lo eligió para quedarse entre nosotros.
"Verdad, la iniciativa es grande y vigorosa, puesto que es nuestro Santuario. Me viene a la memoria un ejemplo: en Alemania, la Catedral de Friburgo, no fue construída por los grandes sino por los pequeños, los sencillos. Por eso el pueblo está tan vinculado a su Catedral y ahora, que ha sido destruída por la guerra, el pueblo trabaja con ahínco para volver a edificarla. Por eso, lo que allá fue en grande, aquí se ha repetido en pequeño. ¿Podemos decir que ahora va cuesta abajo? El amor, ¿la responsabilidad de nuestro Santuario va cuesta abajo?"
"Nosotros somos guardianes de este Santuario. Nosotros somos los oficiales de guardia. Por eso despierten y despiértense mutuamente. No duerman."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Nos detenemos unos instantes en el Via Crucis, creo que muy pocas veces reparamos en él, a pesar que nos recuerda al Hijo de Dios y hermano nuestro, en los acontecimientos culminantes de su Vida, su Pasión, la Muerte en la Cruz y su Resurrección. Estos acontecimientos que resumen toda nuestra fe, son el centro de la historia humana.
"El Salvador murió dolorosamente... Él tuvo que afrontar una muerte ignominiosa, la muerte de un criminal. Por eso fue una muerte dolorosa, no quiero recordar las catorce estaciones del Via Crucis, tampoco quiero llamar la atención sobre los cinco misterios dolorosos del Rosario. Todas estas cosas nos recuerdan cuán extraordinariamente grande fue el sufrimiento del Redentor."
"De la Madre de Dios, se dice: ¡estaba de pie! ¿De dónde sacó la fuerza? Cuando el sol, la luna y las estrellas temblaron por la muerte de Jesús ¿de dónde recibió María la fuerza y la tranquilidad? Ella estaba de pie, junto a la cruz. Podía asemejarse al crucificado y por medio de Él recibió la fuerza para inclinarse ante la voluntad del Padre, para sacrificar su hijo unigénito por nuestro bien."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Al elevar la mirada nos encontramos con el cuadro octogonal de la Madre Tres Veces Admirable. Su mirada cálida y profunda nos penetra e impregna el alma de amor, tanto que nos embarga una gran emoción y alegría por saberla nuestra Mamá que nos cobija, nos transforma y nos envía hacia el mundo. Esta imagen fue traída por el Padre fundador desde Schönstatt, Alemania, tal como la había prometido a los colonos para colocarla sobre la imagen que ellos, junto al Padre Maibach, habían puesto en esta capilla, que desde ese momento pasa a ser Santuario filial de Schönstatt.
"¿Cuál es el acontecimiento extraordinario? Lo hemos escuchado en la expresión es la Madre y Reina Tres Veces Admirable. Es cierto, aquí tenemos su imagen, pero ahora debe ser reemplazada por la imagen que viene de Europa, del Schönstatt original, una imagen que estuvo en el Santuario Nacional de Florencio Varela, donde ha sido bendecida. ¿Es este un gran acontecimiento? Yo creo que sí..."
"Nosotros le pertenecemos a Ella y Ella nos pertenece a nosotros. Mater perfectam habebit curam (la Madre cuidará perfectamente). Y si, ahora puedo bendecir la imagen de María, quisiera con ello volver a bandecirlos a todos ustedes y pedirle a la Madre de Dios que Ella inscriba en su corazón mi nombre, el nombre del Padre Maibach, y todos nuestro nombres; pero también queremos prometerle que inscribiremos profundamente su nombre en nuestro corazón."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Sobre la imagen de la Mater se destaca una hermosa corona, la cual fue colocada el 7 de abril de 1987 con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II a nuestra región.
El creador de la corona la describe así: los rayos que se extienden de la base de la corona, expandiéndose en abanico, presentan a María como la "estrella de la evangelización". A eso se unen tres cruces que rodean a América, expresada en una piedra laja que representa a la Madre Tierra, el elemento de esta zona en la que está enclavado el Santuario. Esas tres cruces significan a la Madre Tres Veces Admirable que identifica a Schönstatt, pero también representa nuestros antepasados que, con sus manos, construyeron aquella cruz enclavada a la entrada del Santuario de Paso Mayor de la cual fueron sacados los materiales para la corona. Las dos hojas que surgen a los costados de América, representan a Nuestra Madre del Cielo que extiende sus brazos. Por los quinientos años de nuestra evangelización fueron colocadas las cinco piedras rojas. "Aplastarán a la serpiente del mal", significado de los dos rulos salientes a las márgenes del sur de América, retorcidos por el amor y la santidad de María. Coronando con esta corona a la Madre Tres Veces Admirable de Schönstatt "Madre y Reina del Pueblo". Hablar de María Reina es reconocer en Ella al ser humano así como Dios lo pensó en toda su grandeza y dignidad.
"Podemos ser jóvenes o ancianos, podemos ser hombres o mujeres, pero todos necesitamos tener a alguien que nos quiera, que nos ame, que esté dispuesto a ponerse a nuestra disposición en cada momento, ¿quién es esa persona?, la Madre de Dios. En la culminación de esta fiesta popular, miren a la Reina, a la Madre, a la Reina del Pueblo, que también ama a cada uno de nosotros, que nos ha guiado hasta aquí..."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
La campana que llamaba a los niños a clase y a los colonos a misa, hoy sigue custodiando nuestro Santuario. Con su voz, que resuena entre el cielo y la tierra, nos recuerda que Dios vive y palpita en medio de nosotros. Su tañir no solo lo escuchamos, cuando entramos al Santuario, sino también que debe seguir repicando en nuestros oídos cuando la Mater nos envía a llevar su misión a los hombres.
"La Madre de Dios ha de dirigir hacia nosotros su mirada, así con complacencia, ha de asumir la responsabilidad, para que aquí jamás dejen de sonar las campanas de Pascua. Ella ha de velar para que creamos en la Resurrección de la carne, en la vida del mundo futuro. Amén."
(P. José Kentenich. Extraído del libro: María, Madre y Reina del Pueblo).
Karina Ávila. 17 julio / 2005
La Mater le pide a Mónica, una misionera del Santuario de San Isidro, que ingrese una bandera argentina de guerra, en un Santuario.
La bandera es donada por su hijo y el mástil por su nuera. Esta bandera es llevada por una amiga de Mónica a Europa, fue bendecida en Medjudgorge, bañada en las aguas de Lourdes y visita un santuario en España. De allí vuelve a Buenos Aires y se solicita permiso para ingresarla en el Santuario de San Isidro. La tarea fue dificultosa, muchas entrevistas con distintas personas, nadie la acepta. Así pasa un año y medio, mientras tanto, la bandera se pierde en el de San Isidro y luego es recuperada. Ya desahuciada y pensando en no poder cumplir esa misión le pide a la Madre que le muestre el lugar donde debía llevarla, ya que quedaba demostrado que allí no era. Es ahí donde "siente" que debe estar en Paso Mayor.
Después de mucho buscar consigue contactarse por medio de un abogado, el doctor Asad, con la comisión de Paso Mayor, para acordar la visita al Santuario y la entrega del símbolo patrio. Mónica fijó la fecha y la hora exacta en que debía ingresar al lugar Santo. Fue una jornada de mucha lluvia (todos sabemos que es imposible transitar por el camino de tierra en esas condiciones) pero Mónica insistió y con su confianza y su fe logró llegar y cumplir su cometido. Horas más tarde se enteró por una persona del lugar que la hora señalada fue la misma en la que 50 años atrás atravesó la puerta del Santuario un gaucho, portando una bandera similar, celebrando la llegada de nuestro padre fundador.
Desde ese día se encuentra ubicada a la izquierda del altar, tres años después, en una ceremonia íntima y solitaria, Mónica regresa a colocarle el moño al mástil que la sostiene. Esta vez por pedido expreso manifiesta que bajo ninguna circunstancia debe salir de este espacio de tierra Santa protegida por María.
Luego de la puesta en com�n, el domingo 13 de marzo, se eligi� el lema que nos acompa�ar� este a�o.
El texto permite introducirse en la historia del lugar y en las caracter�sticas propias del Santuario. Se presentan testimonios de familias que han vivido y han sido part�cipes del origen del mismo, as� como una reflexi�n minuciosa sobre su identidad y la originalidad de su mensaje.
Si quiere recibir m�s informaci�n, escr�banos a mensajes@ pasomayor.com.ar
��Una red-social en Internet para inter-ACTUAR y sumarNOS.!!
Construyamos juntos una red social virtual que refleje la comunidad viva que es Iglesia.
Lo hacemos entre todos. ¿Te sumas?
www.encristo.net
Todos los segundos domingos de cada mes, el "Santuario de la Madre y Reina del Pueblo" est� abierto y podemos compartir la Misa a las 16.00 hs. ¡¡Te esperamos!!